Enganyar i mentir


Rudollf von Ihering (1818-1892) distinguía en El fin en el Derecho entre engañar y mentir. "Engañamos" cuando damos pie a una "actuación" falsa, y "mentimos" cuando damos pie a una "creencia" falsa. El motivo por el que "la sociedad rechaza la mentira y el engaño" es, según Ihering, "de naturaleza práctica: no podría sobrevivir con ellos". En este sentido el autor advierte que es preciso recordar que la mayor parte de nuestro saber no es más que una creencia. No hemos comprobado la veracidad de las cosas, sino que hemos sacado conclusiones de la autoridad de otras personas. Estos testigos no han hecho creer algo. La verdad es más bien la "verosimilitud" de que las personas de nuestra confianza informen con veracidad sobre los acontecimientos, es decir, la creencia en la fiabilidad de otra persona. Toda verdad pasa primero por el filtro de nuestro cerebro y, según la "confianza" que tenemos en las fuentes, es aceptada selectivamente. De este modo, Ihering afirma que, aunque pueda parecer una paradoja, la verdad objetiva no sirve de norma a la verdad subjetiva, sino la subjetiva a la objetiva.

(...) Las normas morales predominantes durante toda una época y en el conjunto de la sociedad existen por el bien de la sociedad. Si la sociedad se enontrara más a gusto con la mentira, ésta sería una norma social y moral.


Volker Sommer, Elogio de la mentira, Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores, Barna 1995

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