Límits a la llibertat d´expressió?

Redactado parcialmente durante la estancia de Hitler en la prisión de Landberg, donde cumplía una cómoda condena tras el Putsch de la cervecería (1923), Mein Kampf fue publicado entre 1925 y 1926. El éxito de masas le llegó en 1933, cuando la popularidad de Hitler disparó las ventas hasta 1,5 millones de ejemplares, convirtiendo a su autor en un hombre rico, lo que aprovechó para renunciar (con publicidad) a su sueldo de canciller. A partir de ese momento, el libro fue tratado como una especie de biblia y fetiche del nacionalsocialismo: se regalaba a las parejas que contraían matrimonio y en otras ceremonias familiares y sociales, llegando a ser rápidamente un objeto habitual en la mayoría de hogares alemanes.

Durante mucho tiempo, este libro repugnante y de lectura tediosa, que incita al odio racial y a la agresión expansionista, y cuyo único interés reside en permitir cierta aproximación a la idea que tenía de sí mismo y al ideario político del mayor genocida de la historia, se ha beneficiado del morbo suscitado por prohibiciones y censuras. Situado en medio del debate entre intencionalistas y funcionalistas, en los últimos años se han multiplicado los llamamientos a derogar, en nombre de la libertad de expresión, una prohibición basada en el temor de que sus contenidos pudieran subvertir el orden democrático, reavivando los virus de la intolerancia, la exclusión y el fanatismo. Para algunos críticos, el tabú sobre la publicación del libro tendría que ver con que los prohibicionistas le atribuyen inconscientemente poderes taumatúrgicos. Como si Hitler estuviera todavía de algún modo en Mein Kampf y pudiera ser conjurado.

El debate se agudiza ante la próxima caducidad del copyright. La comunidad judía de Alemania también se encuentra dividida respecto a si es conveniente o no levantar la prohibición, aunque en Israel pueda adquirirse la traducción hebrea del libro. El Instituto de Historia Contemporánea de Múnich anuncia una "edición crítica" y, en cierto modo, canónica, para contrarrestar -dicen- los efectos de las ediciones populares que se publicarán en todo el mundo. Pero aún no está claro que vaya a levantarse el veto en Alemania, lo que resulta contradictorio. Especialmente porque se sigue rodeando a Mein Kampf, que en condiciones normales interesaría a muy pocos, del aura magnética de lo prohibido. En el fondo, la censura de este libro insostenible y tedioso se basa en la desconfianza hacia la gente y, lo que es más grave, en la creencia supersticiosa en sus poderes suasorios para las actuales generaciones de alemanes. La libertad de expresión, una conquista de la democracia, no se lleva bien con el miedo a la ciudadanía.

Manuel Rodríguez Rivero, Miedo a Mein Kampf, El País, 17/11/2010
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Miedo/Mein/kampf/elpepicul/20101117elpepicul_5/Tes?print=1

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