Jose Mourinho, un líder contemporani. Guardiola, una relíquia del passat.

Mentar el Barça de Guardiola como referencia del trabajo bien hecho puede ser inadecuado. Porque la labor rigurosa del entrenador y la paciencia del club –han tenido que pasar 30 años para que la cultura Masia fuera plenamente reconocida– son valores cada vez más ajenos al convulso mundo del fútbol y a la sociedad en general. Pretender que esta es la línea que hay que seguir para triunfar en la vida es tan ingenuo como sería pedirle a un empresario que asuma diez años de pérdidas antes de lograr beneficios. El mundo actual tiene prisa, y la minuciosidad y la capacidad de concentración ya no son imprescindibles para el éxito, como nos sugiere Nicholas Carr en Superficiales (Taurus), libro que analiza los efectos que causa la revolución digital en nuestro cerebro. En este contexto puede decirse que José Mourinho es un líder contemporáneo, mientras que su rival Guardiola sería una reliquia del pasado. Valiosísima, sí, pero reliquia.

Una de las últimas evoluciones de la música popular es el llamado Mash-up, una práctica consistente en la combinación de varios temas musicales, a menudo de diferentes estilos, en una sola pieza. A falta de ideas propias, se importan y se incrustan en el conjunto. Fragmentos del Disco blanco de los Beatles mezclados con raps de Jay-Z dieron forma a un exitoso disco de DJ Danger Mouse, por poner un ejemplo.

Cuando se contrapone el estilo definido del Barcelona a la estrategia Mash-up del Real Madrid y se critica a este porque “no se sabe a qué juega” se incurre en un anacronismo. Y se comete de paso una injusticia con Mourinho. Porque el portugués, desde su rabiosa modernidad, tiene como rival a un Barça que es irrepetible, fruto de circunstancias que difícilmente volverán a confluir. Mourinho lleva años imponiendo su fútbol Mash-up, basado en fichar sobre la marcha a jugadores veteranos y en mezclar estilos y procedencias. Así triunfó en el Oporto, en el Chelsea y en el Inter. Y lo haría en el Madrid, que lleva la bonita suma de 51 puntos sobre 63 posibles, si no fuera por ese accidente llamado Barça, conjunto que ha logrado un nivel de eficacia brutal pese a basarse en conceptos tan obsoletos como la cultura del esfuerzo o la promoción del talento.

Tan moderno es Mourinho que, igual que han hecho muchas empresas desde que estalló la crisis, ha relegado a un segundo plano la realidad social corporativa, tan de moda hace pocos años. Ya no se lleva eso de respetar al rival ni al jugador propio. Ni siquiera a esos seguidores del Bernabeu que aprecian el buen fútbol y la deportividad. El desprecio es un valor en alza: sólo importa la cuenta de resultados.

Y, en esta línea de posmodernidad y suma de conceptos, constataremos también que el técnico de Setúbal logra combinar fútbol y artes escénicas, al convertir en un auténtico drama la actividad deportiva diaria. Si ha habido un atisbo de modernidad en el vetusto Barça fue cuando el Camp Nou se inventó un cántico que era puro Mash-up: el Mourinho vete al teatro entonado a ritmo de Guantanamera.

Miquel Molina, La modernidad de Mourinho, La Vanguardia, 01/02/2011

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