El foc i l´aparició del llenguatge.

En el diálogo que estoy aquí evocando, Eudald Carbonell y Jordi Agustí se refieren al peso del fuego en la evolución de los homínidos y concretamente de homo sapiens. La sabana africana sufre incendios por lo  que topar con el fuego  y protegerse del mismo  aprendiendo a conocer las leyes de su despliegue es algo que muchas especies llevan en su cultura, y en consecuencia también aquellos  homínidos que hace 600000 años abandonaron ( por segunda vez y casi un millón de años después de la primera)África.  El fuego no obstante tiene varias etapas:

Una cosa es encontrar el fuego  y otra muy diferente es producirlo, cosa que sólo homo sapiens habría conseguido. Pero como eslabón entre ambas etapas   habría la etapa fundamental del control. Si los primeros emigrantes de África (ancestros de Homo georgicus y homo antecesor),  se asientan prioritariamente en climas templados  del Mediterráneo o del Cáucaso, el control del fuego habría  permitido ya a Homo heidelbergensis expandirse por fríos climas del norte y este de Europa.  Pero localmente hay un segundo aspecto igualmente relevante: el control del fuego permite canalizarlo, transportarlo al refugio y estructurar en torno al mismo un singular modo de comportamiento:

Al leer las afirmaciones de Carbonell he tenido la impresión de que ciertos grupos  de neandertales, y quizás también de heidelbergensis,   jerarquizaba el espacio a la manera más o menos como lo hacen aun las comunidades rurales de muchas partes del globo y hasta hace muy poco se hacía  entre nosotros, es decir, organizando la vida en común en torno a unidades de combustión en habitáculos de  unos veinte metros y sirviéndose del fuego, no sólo para cocer  alimentos y como elemento fundamental de profilasis, sino también para iluminarse y en consecuencia  para protegerse y...cohesionarse. Pues  el fuego que ahuyenta tanto a depredadores de otras especies como a semejantes prestos a   la rapiña, atrae por el contrario a los susceptibles de compartir intereses. Algo fundamental ocurre entonces: los pequeños asumen pautas de conducta  que son ya características del grupo y no de de la especie, en el seno de la cual se introduce la diversidad cultural. Complementariamente a la selección darwiniana, que  en sentido estricto afecta a los individuos por su mayor o menor potencialidad  para responder a las exigencias de la especie, surge una selección intra-específica que favorece la descendencia de grupos mayormente cohesionados.

Carbonell y Agustí enfatizan que el proceso se acentúa en  razón de dos causas  quizás estrechamente vinculadas: homo sapiens   traspasa  la frontera entre  control del fuego y producción directa del mismo, pero sobre todo se sitúa sin lugar a dudas  a este lado de la frontera que separa el lenguaje de los códigos de señales, más o menos complejos; homo sapiens, indiscutiblemente habla en torno al fuego. Se dan ya entonces  las condiciones para que la  cohesión horizontal entre adultos se doble de cohesión vertical entre adultos y niños para quienes el hablar de los mayores supone fertilización de su propia potencialidad de seres de palabra, asegurando así el relevo de la misma.

Jordi Agustí señala, que  desde la producción del fuego este hablar en torno al mismo ha permanecido como un universal antropológico...hasta la revolución doméstica que supuso la calefacción central, es decir, hasta ayer mismo. Asunto en modo alguno baladí y que nos retrotrae al tremendo problema del corte  en la sucesión de generaciones que caracteriza nuestro modo de existencia.

Víctor Gómez Pin, La técnica y el ser del hombre: del control del fuego a la medida cuántica III, El Boomeran(g), 11/10/2011
http://www.elboomeran.com/blog-post/6/11326/victor-gomez-pin/la-tecnica-y-el-ser-del-hombre-del-control-del-fuego-a-la-medida-cuantica-iii/

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