L´aprofitat.


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Un gorrón es aquel que se beneficia de un bien público sin contribuir a su provisión. ¿Qué es un bien público? Un faro es un bien público: todos los barcos se benefician del servicio que presta independientemente de que contribuyan o no a su financiación. Los bienes públicos se caracterizan por la no rivalidad en el consumo y por la imposibilidad de exclusión. Esto quiere decir que la cantidad disponible del bien en cuestión no se ve afectada por el número de usuarios que lo disfrutan y que, además, es muy difícil o imposible excluir de su disfrute a aquellos que no han participado en su provisión. Como no se puede fijar un precio ni regular el consumo, el mercado carece de incentivos para proveer ese bien así que es el Estado el que tiene que encargarse de hacerlo. La defensa es un bien público. Pagues o no impuestos para sostener las Fuerzas Armadas, te beneficias igualmente de vivir en un país seguro. Lo mismo ocurre con la cooperación al desarrollo: pagues o no tu cuota, te beneficias igual de vivir en un mundo más equitativo.

Pues bien, como se ve en el gráfico de arriba, Europa es el mayor donante de ayuda oficial al desarrollo del mundo, con casi 60.000 millones de dólares, una cantidad que duplica con creces a la ayuda estadounidense (25.000 millones de dólares). En este ámbito, parece evidente que Europa es una superpotencia. Esta generosidad europea es sin duda un motivo de orgullo, y una buena noticia en medio de tantas malas noticias sobre Europa. Pero, aquí viene el matiz, la buena fama de Europa esconde unas asimetrías considerables. Como se observa en el siguiente gráfico, en el barco europeo de la cooperación al desarrollo viajan algunos gorrones con nombre y apellidos.


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Si trazamos una línea en torno al 0.7% de la RNB, que es el objetivo fijado por Naciones Unidas y al que se han comprometido los miembros de la UE, vemos que en el año 2009, sólo los escandinavos, Luxemburgo y los Países Bajos alcanzaban este umbral. Otros, entre los que se encuentra España, quedaban algo rezagados, situándose entre el 0.4 y 0.5%. Pero a quien desde luego hay que "felicitar" es a la Italia de Berlusconi, que pese a beneficiarse de un puesto de primera fila en los organismo internacionales (como el G-8) sólo saca pecho para protestar contra los inmigrantes que llegan a sus costas, pero no parece considerar que la ayuda al desarrollo sea una buena idea o que tenga relación alguna con los flujos de inmigración. Premio pues para Italia, el perfecto polizón de la ayuda al desarrollo europea. Y premio también para Estados Unidos y Japón, que pese a su riqueza, miran para otro lado cuando se trata de la ayuda.

Ignacio Torreblanca, Gorrones del desarrollo, Café Steiner, 24/10/2011
http://blogs.elpais.com/cafe-steiner/2011/10/gorrones-del-desarrollo.html

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