La píndola de la moralitat.


Hace unos días, científicos norteamericanos que han triunfado en la creación de píldoras contra el alcoholismo o contra la depresión, han caído en la cuenta de que su tarea principal sería crear medicamentos que contribuyeran, sin más, a producir buena gente. Los avances en biogenética alargan las vidas. Ahora, los avances en las gentes valdrían para mejorar el gozo de vivir.

No serán grandes laboratorios a lo Sandoz de los que podría esperarse investigaciones de este tipo. Los grandes laboratorios están estructuralmente interesados en que la gente sea mala, se sienta enferma o lo pase mal. Gracias a la oleada del mal actual, los laboratorios son campeones de windsurfing mientras la caridad se mueve, en general, por terrenos más secos. La futura “pastilla de la moralidad” de la que hablaba hace unos días The New York Times sería de un carácter más hondo.

Las farmacias venden hoy “Pastillas contra el dolor ajeno” que apenas valen un euro. Lo llamativo es tanto su coste cercano a cero como el vínculo que, a pequeñas dosis, en “punto de cruz”, une la mísera aportación con la miseria de los pobres. Todos nos unimos, debajo de la ola del mal, en el brote del bien que pone a las personas en contacto con otras. Se trata de “el punto de cruz” que inventa, con la colaboración de muchos y en el plan de un mundo mejor. Mundo de gentes para las gentes, puesto que ya, a estas alturas, lo que importa a la biogenética no sería tanto la importancia de un gen como la feliz reunión de la buena gente.

Vicente Verdú, La cultura de la buena gente, El País, 02/06/2012
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/06/01/actualidad/1338572320_228718.html

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