Ésser Humà, entre l'ordre i la catàstrofe.

Hay una disputa hermenéutica relativa a si el mito bíblico del diluvio es un añadido del siglo V de nuestra era o si es atribuible a Moisés. Mas como la propia Biblia indica en otro lugar que Moisés había sido iniciado en la sabiduría de Egipto, país marcado por el fantasma de los desbordamientos cíclicos del Nilo a los que aludía en la anterior columna, la atribución del relato al profeta tiene en todo caso coherencia.

La primera voluntad del Hacedor era la exterminación exhaustiva de la vida: "borraré de la faz de la tierra desde el hombre hasta la bestia y hasta el reptil y las aves del cielo, pues me arrepiento de haberlos creado... yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra para destruir toda carne en que haya espíritu" (versículos 7 y 17). Mas cuando Noé halla gracia ante sus ojos, modifica su designio y le ordena apropiarse y dar cobijo a representantes sexualmente diferenciados de las especies animadas y así, tras la catástrofe garantizar la existencia de las mismas. ¿De todas las especies de la tierra? Dadas las razonables medidas del arca que el Libro describe con precisión y detalle (trescientos codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura Génesis capítulo 6, versículo 15) hay que pensar mas bien que se trata de la fauna local. En cualquier caso sólo las especies con presencia en el arca se salvan y así el momento en el que, apaciguadas las aguas, los animales salen de la nave es simbólicamente una repetición del acto de creación de las especies, destinadas desde entonces a perdurar: "Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará entonces ver mi arco en las mismas. Y el arco será memoria del pacto por mi deseado que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio destructor de toda carne"

La narración bíblica es absolutamente paradigmática de la concepción del papel del hombre en relación a las especies animales. Si Noé no hubiera sido puesto en antecedentes por su dios y no hubiera construido el arca , tras el diluvio hubiera brotado la rama de olivo, pero no hubiera habido paloma para tomarla en su pico, ni cuervo que retorna una y otra vez al arca por no encontrar tierra donde posarse. Y, como ya he sugerido, es absolutamente relevante el aspecto técnico (Génesis, capítulo 6 versículo 15) de la narración. No habiendo plan alguno de navegación, ocioso sería conferirle a la nave forma con proa y popa. El arca está concebido para responder estrictamente a la tremenda circunstancia del diluvio, con un diseño que intenta hacer difícil que pueda volcarse sobre sí misma, cumpliendo así su destino de flotar al capricho de las aguas, hasta quedar varada en ese monte Ararat para ella fijado por Jahvé.

Y el aspecto meticuloso de la descripción ( se ha interpretado que se trataría del espacio equivalente al de un buque de carga de 15000 toneladas destinado casi exclusivamente a mercancía útil ) pone de relieve algo esencial: aquello que hace de Noé un garante de la persistencia de la vida animada y con forma, lo que hace de Noé el cuidador de la naturaleza en su manifestación suprema, es su condición de Technités, de animal dotado de esa singular modalidad del ser que Aristóteles situaba como contrapunto, como una suerte de polo dialéctico, del orden natural. El animal que además de capacidad sensitiva, memoria, imaginación (facultades que otros animales poseen) se halla provisto Techne kai logismois, técnica-arte, y capacidad de hacer razonamientos es el que puede garantizar el orden natural tras la catástrofe... cierto es que también constituye el animal mayormente susceptible de provocarla. 

Víctor Gómez Pin, Tras la catástrofe: técnica y pervivencia de las especies, El Boomeran(g), 19/01/2013

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