La teoria de les atencions múltiples.
Nadie que no esté atento puede aprender nada de lo que se le enseña.
Pero tampoco nadie puede estar atento a lo que se le enseña si ello no
le dice nada, no es interesante y no tiene significado alguno para él. Y
claramente, la experiencia demuestra, en demasía, que de nada sirve
exigirle a alguien que preste atención a lo que se le enseña o se
intenta compartir con él, si lo que se dice no lleva ese ingrediente de
emoción que es la curiosidad y el placer. Y no he mencionado el dolor
porque aun cuando en otros tiempos aprender con dolor era parte del
proceso básico de aprendizaje, sobre todo en tiempos de jugarse la vida,
hoy en nuestra sociedad, en la que hay que aprender no a luchar o
defenderse ante un león, sino con abstractos y conceptos en los colegios
o las universidades, ese ingrediente, el dolor o el sufrimiento, ya no
sirve. La letra con sangre no entra. Lo que se enseña en los colegios o
en los institutos de enseñanza media o en las universidades, sea escrito
o hablado, en libro o en clase, letras, números, literatura, filosofía,
derecho, medicina, química o matemáticas, solo enciende el foco de la
atención si resulta interesante, si se transmite con emoción.
Precisamente, la neurociencia cognitiva busca métodos y recursos capaces
de evocar la atención de los alumnos en clase. Métodos que debieran
eventualmente ser adaptados a los mecanismos cerebrales específicos de
cada edad y las materias que se enseñan.
La atención es como un foco de luz que ilumina lo que sobresale en el
entorno, un mecanismo cerebral que permite hacer consciente lo que se
ve o se toca. Lo interesante es que ese foco de luz es singular, único y
solo tiene una duración de tiempo que oscila, según entrenamiento,
entre 65-200 milésimas de segundo. Cuando dura menos tiempo no somos
conscientes de nada. Conocer es hilar en secuencia los distintos
fogonazos atencionales como lo pudiera hacer una máquina fotográfica. De
hecho la conciencia del mundo que nos rodea, incluidos por supuesto los
demás, la construye el cerebro con esos fogonazos estáticos pero que,
como en una película, se vuelven "realidad en movimiento" cuando en la
pantalla de nuestra conciencia se suceden a una velocidad determinada.
La neurociencia nos enseña hoy que aprender requiere de un cambio
secuencial de ese foco preciso de la atención, siendo, como he señalado,
cada acto singular y único. Y una lección importante se puede sacar de
esto y es que no se puede aprender dos cosas diferentes al mismo tiempo.
Hoy la neurociencia nos enseña que la atención no es, como hasta hace
poco se pensaba, un mecanismo cerebral único, sino que hay "atenciones
diferentes" con circuitos neuronales diferentes. Y así hay, por ejemplo,
una atención base, aquella que, cuando despiertos, conscientes, nos
permite estar alerta o vigilantes pero sin foco preciso. Hay otros
circuitos que codifican para una atención fija, obsesiva, cuando por
ejemplo se pone en peligro nuestra vida ante un animal o alguien que nos
ataca. Otra es orientativa, que se pone en marcha cuando en la
plataforma de una estación cambiamos nuestro foco de atención hacia las
caras de las personas que bajan de un tren, buscando en ellas reconocer a
quien estamos esperando. Otra que es ejecutiva que es aquella que se
utiliza en el estudio, bien ante un libro bien siguiendo una conferencia
y sus contenidos. Otra que es virtual, global, inconsciente si se
quiere, que permite la resolución de un problema tiempo después de
dejarlo aparcado por imposible. Y también se comienza a hablar hoy de
una "atención nueva", que es aquella que se pone en marcha con la
navegación por Internet.
Lo que aquí ahora interesa es la atención para el estudio, la
atención ejecutiva. Hoy ya sabemos que la redes neuronales sustrato de
este tipo de atención son enormemente plásticas, es decir, capaces de
cambiar su funcionamiento neuronal con el entrenamiento. Y esto es de
importancia suma pues podría permitir adaptarlas mejor a los diferentes
tipos y exigencias de ciertas materias o carreras de estudio y también a
lo que se conoce como "tiempo atencional sostenido" que refiere al
ajuste de tiempo que permite atender una clase de manera más eficiente. Y
también para el tratamiento de ciertos síntomas atencionales en los
niños. Precisamente ya hay estudios mostrando que el entrenamiento para
este tipo de atención ha sido efectivo en mejorar procesos como el
Síndrome del déficit de atención e hiperactividad en los niños o el
mismo síndrome de Tourette (tics motores o verbales) y otros síndromes
de déficit atencional más selectivos. Y esto ocurre de modo más efectivo
cuando los tratamientos se hacen en esa ventana plástica que se abre y
se cierra entre los 4 y los 7 años de edad. Neuroeducación significa
adentrarnos en este nuevo mundo.
Francisco Mora, ¡Que interesante!, El Huffington Post, 11/05/2013
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