Navalles contra la mentida.

 


Vivimos en un mundo en el que la realidad es cada vez más compleja, y nos vemos apremiados a diario con la necesidad de formar nuestra opinión sobre temas que exceden ampliamente nuestra formación o conocimientos. En muchos casos, además, la opinión sobre hechos relativamente especializados es utilizada para influir sobre nuestros criterios morales, políticos o religiosos.

En España, donde el nivel de educación de la población ha aumentado vertiginosamente en las últimas cinco décadas, la exigencia de argumentos adecuados para convencer a la sociedad es cada vez mayor. Sin embargo, precisamente la complejidad creciente de la realidad social y el conocimiento científico crea nuevos espacios para la manipulación. La receta para evitarlo pasa por una apuesta decidida por la diversidad, la independencia y el rigor de los medios de comunicación, y por la exigencia de argumentaciones honestas, suficientemente detalladas y apoyadas por datos contrastables.

Nuestra lectura de la prensa y de los medios sociales nos hace ver abundantes artículos sustentados en criterios falsamente racionales y/o científicos. En nuestra opinión, estos incluyen desde los que presentan como verdades absolutas cuestiones controvertidas o infundadas hasta aquellos que hacen una utilización ideológica, política o religiosa de supuestos hechos científicos. A menudo, el tono general de estos artículos permite adivinar una fuerte dosis de sesgo ideológico. Pero, incluso en esos casos, ¿cómo detectar cuándo debemos desconfiar de sus argumentaciones? Como guía, proponemos estos tres sencillos criterios:
1. Recurso a la autoridad. El autor del artículo, o su entrevistado, se presenta como “un gran experto” en una disciplina afín a la temática que se expone o debate y enumera sus conclusiones sin proporcionar evidencia alguna de los méritos que las soportan –más allá de los derivados de su propia condición de experto–.
2. Ausencia de alternativas. El autor del artículo evita una presentación equilibrada de las posturas o interpretaciones distintas a la suya, y evita discutir de forma objetiva la evidencia que apoya una y otras. En algunos casos, se adopta una variante aún más extrema: deformar las ideas opuestas hasta presentarlas como argumentaciones sin sentido y denigrar a sus autores como si carecieran de sentido común o de conocimientos básicos.
3. Deformación de la lógica causal. En ausencia de argumentos factuales para defender su postura, el autor presenta la ausencia de evidencia en contra como evidencia a su favor. El recurso a este tipo de argumentación engañosa ha sido refutado en numerosas ocasiones por filósofos como Bertrand Russell, siguiendo una argumentación análoga a la popularizada en años recientes bajo el término "navaja de Hitchens": lo que puede afirmarse sin evidencia alguna, puede negarse sin evidencia alguna. (...)
La creación de discursos, organizaciones y revistas de apariencia científica ha sido un método clásico de manipulación de la opinión pública por parte de quienes anteponen la ideología a la discusión argumentada. Para identificarlos, recomendamos la utilización de los tres criterios que proponemos llamar la “navaja del lector”, en referencia a las “navajas” de Ockham y Hitchens.

Aunque nuestro objetivo declarado es evitar ese tipo de discursos, no podemos descartar que nosotros también lleguemos a emplearlo, al menos a ojos de algunos lectores. Al fin y al cabo, nadie está libre de ser cegado por sus propios prejuicios. Pero, si ocurre, esperamos que este post contribuya a que nuestros lectores aporten las merecidas críticas. Todos ganaremos al leerlas.

Ciencia Crítica, La navaja del lector frente a las argumentaciones pseudocientíficas, el diario.es, 05/02/2014

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