La por al diferent.




Lo sepamos o no, predicamos la mediocridad como ideal. Es decir, hacemos de la carencia de principios el valor más venerado. Que nadie descuelle, que nadie sobresalga, todos hemos de ser iguales en aras de la “normalidad”. Aurelio Arteta lo definía a la perfección: “Sólo si soy como los demás me pongo a resguardo, de modo que me adelanto a consagrar la norma de mi parroquia como lo bueno. Puesto que no deseo ser libre, sino estar arropado, evito las opciones: el distinto es siempre mi enemigo”.

De seguir así, corremos el peligro de acabar siendo superficialmente uniformes. La realidad dejará de ser diversa, todo se convertirá en apariencia, no existirá la autenticidad. Me ha costado muchos años irme desprendiendo de ataduras impuestas. No eran convicciones razonadas, sino algo que había ido adoptando desde mi niñez. Es solo, cuando las cosas empiezan a tambalearse que empezamos a hacernos preguntas. ¿Quiénes somos en realidad? ¿Nos conocemos realmente? ¿Cuál es la finalidad de nuestra existencia?

En definitiva, nos dejamos llevar por el temor a lo diferente. En el fondo somos víctimas de la irracionalidad del miedo. Siempre he aprendido más de aquellos que no se han conformado con el papel que les han repartido. Nos pasamos la vida intentando no angustiarnos, y sin embargo no hay evolución posible sin sufrimiento. Opto mil veces antes por la inseguridad de los fracasados, que por la soberbia de los triunfadores.

Quisiera tener mi propia moral, no dictada desde fuera ni desde arriba, sino desde dentro. No nos pasemos la vida juzgando al resto. En realidad no conocemos a nadie, somos unos desconocidos para los demás, incluso lo somos para nosotros mismos. Hay una realidad última, pura, absoluta que nada tiene que ver con la “normalidad”. Somos seres complejos, contradictorios, confundidos, en esencia la humanidad no puede ser “normal”. Y sin embargo, hemos interiorizado que la felicidad está en ser amantes del orden. Para no ver nuestra propia miseria, hemos decretado la miseria general.

Josep Giralt, Los amantes del orden, Planeta Futuro. El País, 17/11/2014

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