Una vida de gossos.


La séptima sección de la serie “Para todos la filosofía”, en Para todos la 2, ha sido “Una persona cínica” (retransmitida el 10/12/2014). El vídeo se puede ver aquí.

¿Podríamos decir que el Dr. House, el de la serie de televisión, es un cínico? 

Sí, es lo que muchas personas dirían. Pero, ¿nos resulta odioso? Eso ya no está tan claro, a veces nos cae simpático. El Dr. House desprecia a la gente, no se compadece de nadie, pero tiene sentido del humor, y cura, salva a los enfermos. 

¿Cómo es que nos cae simpático un cínico? ¿Hay cínicos odiosos y cínicos simpáticos?

En la antigüedad, en Grecia, hubo una escuela filosófica cínica. Pero los cínicos antiguos no eran unos cínicos, como hoy lo entendemos. Es más, con esta palabra sucede algo sorprendente, a saber, que el significado es casi el opuesto. 

Quienes optaban por llevar una vida como cínicos eran los filósofos más militantes, los más radicales. Sus vidas tenían que ser una demostración de lo que sostenían. Y así, puesto que afirmaban, como la mayoría de los filósofos, que las cosas materiales no eran importantes, ponían en práctica este principio hasta sus últimas consecuencias: Diógenes vivía en la calle, no en un barril como se ha dicho (porque los barriles no pertenecían a esa cultura) sino en una tinaja, y se alimentaba con lo que encontraba o le daban. 

Los cínicos lo hacían todo de cara al público, sin ocultar nada, con un espíritu de transparencia absoluto: hasta se masturbaban en público. Predicaban con el ejemplo. Era como si tuvieran una misión: la de enseñar que otra vida mejor era posible, una vida no preocupada por cuestiones materiales.

No eran bien recibidos por todo el mundo. Al llevar una vida que ellos consideraban superior, despreciaban las autoridades reconocidas. Es famosa la anécdota que se cuenta acerca del encuentro entre Diógenes y Alejandro Magno. Este último fue a entrevistarse con Diógenes y le preguntó si había algo que él pudiera hacer por el filósofo. Diógenes le respondió así: “hay algo que puedes hacer por mí, apartarte de delante para que me dé el sol”. Con esta frase, Diógenes ponía en escena su superioridad sobre Alejandro el Magno.

Se narra igualmente, en otra ocasión, el encuentro con Platón. Era habitual que los gobernantes acudieran a los filósofos para hacerse aconsejar y por el prestigio que les daba. Y así Dioniso II, tirano de Siracusa, había pedido a Platón y a Diógenes que fueran a su corte y le asesoraran. Platón había aceptado (y así le fue, no puedo contarlo aquí, pero salió “trasquilado”), y Diógenes no. A partir de esto, la anécdota es la siguiente: Diógenes está enjuagando unas hojas de lechuga en una fuente pública para después comérselas. Platón se le acerca y le dice: “si hubieras aceptado la invitación de Dioniso, no tendrías que estar aquí enjuagando hojas de lechuga”. A lo que Diógenes le respondió: “ y tú, si supieras enjuagar por tí mismo las hojas de lechuga, no tendrías que haber aceptado la invitación de Dioniso”.

¿Cuál puede ser entonces el parecido entre un antiguo cínico y un cínico moderno? Sólo la desvergüenza, aunque en el caso de la escuela filosófica cínica se trata de una desvergüenza de la verdad y en el caso de los modernos cínicos de una desvergüenza de la mentira.

Quizá el Dr. House nos resulta simpático porque algo tiene de los cínicos antiguos.

Maite Larrauri, Para todos filosofía (7): "una persona cínica", Filosofía para profanos, 12/12/2014

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