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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: agost, 2016

Les "idees d'un home" (Ortega y Gasset).

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Cuando se quiere entender a un hombre, la vida de un hombre, procuramos ante todo averiguar cuáles son sus ideas. Desde que el europeo cree tener "sentido histórico", es ésta la exigencia más elemental. ¿Cómo no van a influir en la existencia de una persona sus ideas y las ideas de su tiempo? La cosa es obvia. Perfectamente; pero la cosa es también bastante equívoca, y, a mi inicio, la insuficiente claridad sobre lo que se busca cuando se inquieren las ideas de un hombre -o de una época- impide que se obtenga claridad sobre su vida, sobre su historia. Con la expresión "ideas de un hombre" podemos referirnos a cosas muy diferentes. Por ejemplo: los pensamientos que se le ocurren acerca de esto o de lo otro y los que se le ocurren al prójimo y él repite y adopta. Estos pensamientos pueden poseer los grados más diversos de verdad. Incluso pueden ser "verdades científicas". Tales diferencias, sin embargo, no importan mucho, si importan algo, ante la c

Política i contingència: la necessitat de la política (Daniel Innerarity).

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Daniel Innerarity La desafección hacia la política ha puesto indirectamente en marcha un debate acerca de qué es la política, quién y cómo debe hacerla. Toda crítica presupone una idea de lo que debería ser aquello que se critica. El desprecio de la política nos dice muchas cosas en torno al concepto que tenemos de esta actividad humana. Examinar los implícitos de la desafección política puede darnos una información muy valiosa acerca de lo que esperamos, con razón o no, de ella.  Hay un primer conjunto de críticas que tienen que ver con una supuesta incompetencia de los políticos. Seguramente esta crítica resulta pertinente en muchos casos, pero examinemos las cosas invirtiendo nuevamente la mirada. ¿Por qué los políticos nos resultan personas especialmente incompetentes? ¿Qué tipo de actividad es la política para que quienes se dedican a ella nos parezcan inevitablemente poco preparados y, al mismo tiempo, la profesionalidad nos parezca sospechosa?  La principal razón de

Competències bàsiques.

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Noventa millones doscientas mil entradas, en cero coma cuarenta segundos, me informa el buscador de Google cuando introduzco el término "competencia", en español. El término se ha convertido en una de las palabras que impregnan los intersticios de nuestra cultura contemporánea y definen la época. La era de la competencia, quizás denominen los historiadores del futuro al tiempo en el que el juego competitivo definió la forma normativa que ordenó las sociedades del capitalismo avanzado. La sombra del término es alargada: define los rasgos de un individuo y las normas de acción de las instituciones y formas sociales en las que discurre su vida.  El Corominas-Pascual remonta su uso al tardío siglo XVI, como deriva del latín "competere" que aúna el contender con aspirar a una misma cosa, y la aptitud con la incumbencia en relación con un asunto. La dualidad del rivalizar y de la autoridad respecto a algo debido a ciertas propiedades define la tensión interna de

Família contra política (Hannah Arendt).

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La política se basa en el hecho de la pluralidad de los hombres. La política trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos. Los hombres se organizan políticamente según determinadas comunidades esenciales en un caos absoluto, o a partir de un caos absoluto de las diferencias. En tanto que se construyen cuerpos políticos sobre la familia y se los entiende a imagen de ésta, se considera que los parentescos pueden, por un lado, unir a los más diversos y, por otro, permitir que figuras similares a individuos se distingan unas de otras. En esta forma de organización, efectivamente, tanto se disuelve la variedad originaria como se destruye la igualdad esencial de todos los hombres. En ambos casos, la ruina de la política resulta del desarrollo de cuerpos políticos a partir de la familia. Desde un punto de vista práctico-político, sin embargo, la familia adquiere su arraigado significado por el hecho de que el mundo está organizado de tal modo que en él

Democràcia i sense mesura (Tzvetan Todorov).

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Hoy en día ningún modelo de sociedad no democrática se presenta cono rival de la democracia. Todo lo contrario. Vemos que la aspiración a la democracia se pone de manifiesto prácticamente en todos los lugares en los que hasta ahora no existía. Eso no quiere decir que las democracias no deban ya pensar en protegerse con las armas. La población mundial no ha quedado sustituida de repente por una tribu de ángeles. Sigue habiendo muchas razones para la hostilidad, incluso la agresión, entre pueblos, pero ya no hay un enemigo global, un rival a nivel mundial. En contrapartida, la democracia genera por sí misma fuerzas que la amenazan, y la novedad de nuestro tiempo es que esas fuerzas son superiores a las que la atacan desde fuera. Luchar contra ellas y neutralizarlas resulta mucho más difícil, puesto que también ellas reivindican el espíritu democrático, y por lo tanto parecen legítimas. Malestar en la democracia (9-10) El régimen democrático se define a partir de una serie de

Un món sense conclusions (Byung-Chul Han).

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El tiempo del silencio Hegel escribe en la Ciencia de la lógica : “Todo lo racional es una conclusión”. Para Hegel la conclusión no es una categoría de la lógica formal. Se da una conclusión cuando el principio y el final de un proceso ofrecen una conexión con sentido, una unidad con sentido, cuando están enlazados entre sí. Así, la narración es una conclusión. En virtud de su conclusión produce un sentido. También los rituales y las ceremonias son formas de conclusión. Así tienen su propio tiempo, su propio ritmo y compás. Constituyen procesos narrativos, que se sustraen a la aceleración. Sería un sacrilegio acelerar la acción de un sacrificio. En cambio, el procesador puede acelerarse sin fin, porque no trabaja narrativamente, sino tan sólo de modo aditivo. Las narraciones no pueden acelerarse por capricho. La aceleración destruye su propia estructura peculiar de sentido y de tiempo. Es inquietante en la actual experiencia del tiempo no la aceleración como tal, sino la fal

El trilema polític fonamental de l'economia mundial (E. C. Rodrick).

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Construir nuestro mundo económico sobre una base más segura requiere una mejor comprensión del frágil equilibrio entre mercados y gobernanza. En este libro voy a presentar una narración alternativa basada en dos ideas sencillas. La primera, que los mercados y los gobiernos se complementan, no se sustituyen. Si quieres más y mejores mercados, tienes que tener más (y mejor) gobernanza. Los mercados funcionan mejor no donde los Estados son débiles, sino donde son fuertes. La segunda, que el capitalismo no se da en un único modelo. La prosperidad y estabilidad económica puede lograrse mediante diferentes combinaciones de formas institucionales de organizar los mercados de trabajo, las finanzas, las reglas de gobierno de las empresas, el bienestar social, etc. Las naciones son propensas a –y, en efecto, tienen derecho a ello– escoger entre estas opciones dependiendo de sus necesidades y valores. Aunque dicho así pueda parecer una perogrullada, estas ideas tienen enormes consecuencias

El significat de la democràcia (Rancière)

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Es esto, en primer lugar, lo que la democracia significa. La democracia no es ni un tipo de constitución ni una forma de sociedad. El poder del pueblo no es el de la población reunida, de su mayoría o de las clases trabajadoras. Es simplemente el poder propio a los que no tienen más título para gobernar que para ser gobernados. No es posible desembarazarse de este poder denunciando la tiranía de las mayorías, la estupidez del gran animal o la frivolidad de los individuos consumistas. Porque entonces hace falta desembarazarse de la política misma. Esta no existe más que si hay un título suplementario a los que funcionan ordinariamente en las relaciones sociales.  El escándalo de la democracia, y del tirar a la suerte que constituye su esencia, es revelar que este título no puede ser más que la ausencia de título, que el gobierno de las sociedades no puede reposar en última instancia más que sobre su propia contingencia. Jacques Rancière ,  El odio a la democracia , Amorrort

No existeix la naturalesa humana (Ortega)

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La naturaleza es una cosa, una gran cosa, que se compone de muchas cosas menores. Ahora bien: cualesquiera que sean las diferencias entre las cosas, tienen todas ellas un carácter radical común, el cual consiste simplemente en que las cosas son, tienen un ser. Y esto significa no sólo que existen, que las hay, que están ahí, sino que poseen una estructura o consistencia fija y dada. Cuando hay una piedra hay ya, está ahí, lo que la piedra es. Todos sus cambios y mudanzas serán, por los siglos de los siglos, combinaciones regladas de su consistencia fundamental. La piedra no será nunca nada nuevo y distinto. Esta consistencia fija y dada de una vez para siempre es lo que solemos entender cuando hablamos del ser de una cosa. Otro nombre para expresar lo mismo es la palabra naturaleza. Y la faena de la ciencia natural consiste en descubrir bajo las nubladas apariencias esa naturaleza o textura permanente. Cuando la razón naturalista se ocupa del hombre, busca, consecuente co

El fonament no empíric de la democràcia (Raffaele Simone).

Naturalment es posible objetar que la democracia, un mecanismo que regula aspectos tan cruciales de la vida humana y de las relaciones entre las personas, no puede basarse en pricnipios que, en rigor, son inconsistentes. Pero la verdad es que también en otros campos, no menos cruciales y delicados, la conducta de grandes masas está orientada por objetivos no realizables y por principios no demostrables. Todas las religiones prometen condiciones futuras de esa naturaleza: premios, castigos, cambios de estado como la resurección o la pena eterna; sin embargo, grandes masas aceptan tales promesas como cosa cierta. Se puede mencionar también la teoría del derecho divino de las monarquías, que durante siglos tuvo un inmenso crédito: es Dios el que quiere que un determinado ser humano (con su familia hereditaria) sea rey de un país. Si bien ningún hecho empíricamente verificable puede reistir la prueba de semejante afirmación, ese principio (o "ficción") operó durante siglos como

L'ordre natural del poder: filiació i riquesa (Rancière).

Tal es el fondo del problema. Hay un orden natural de las cosas según el cual los hombres agrupados son gobernados por los que poseen los títulos para gobernar. La historia ha conocido dos grandes títulos para gobernar a los hombres: uno que sostiene la filiación humana o divina, esto es, la superioridad en el nacimiento; la otra que sostiene la organización de las actividades productivas y reproductivas de la sociedad, esto es, el poder de la riqueza. Las sociedades son habitualmente gobernadas por una combinación de estas dos potencias, a las cuales, en proporciones diversas, refuerzan la fuerza y la ciencia.  Jacques Rancière ,  El odio a la democracia , Amorrortu editores, Buenos Aires 2006 

L'escàndol democràtic (Rancière)

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Es aquí que comienza la política. Pero es aquí también que encuentra, sobre el camino que quiere separar su excelencia propia del solo derecho de nacimiento, un extraño objeto, un séptimo título a ocupar los lugares de superior y de inferior, un título que no es tal y que, sin embargo, dice el Ateniense, nosotros consideramos como el más justo: el título de autoridad «amado de los dioses»: la elección del dios azar, el tirar a la suerte, que es el procedimiento democrático por el cual el pueblo de iguales decide la distribución de los lugares. El escándalo está aquí: un escándalo para las personas de bien que no pueden admitir que su nacimiento, su antigüedad o su ciencia vaya a inclinarse ante la ley de la suerte; un escándalo también para los hombres de Dios que quieren que seamos demócratas, a condición de que reconozcamos haber tenido que matar un padre o un pastor, y ser entonces indefinidamente culpables, en deuda inexpiable respecto de este padre. Ahora, el «séptimo

Democràcia i simulació (Raffaele Simone).

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La democracia (como régimen político y como mentalidad) está fundada sobre algunas "ficciones" constitutivas. Estas son proposiciones que no enuncian objetivos efectivamentye accesibles sino metas inalcanzables , hacia las cuales se puede sólo "tender" al infinito; por lo tanto principios generales técnicamente "utópicos". El puro hecho de tender a esas metas permite al sistema político funcionar, porque obliga a individuos e instituciones a comportamientos específicos mientras se inhibe de otros. Por eso la democracia es una hipótesis basada en el fragilísimo principio del "como si" : incluso si todos saben que un principio dado no subsiste, se comportan como si ese principio fuese válido. En el fondo, ese es el presupuesto de muchos juegos (el futbol se practica como si las manos no existieran; el boxeo como si no existieran los pies y así sucesivamente), lo que también podría sugerir que la democracia, basada como está en reglas de est

Claus sobre els factors de la crisi de la democràcia (Raffaele Simone).

En nuestro caso están en liza la visión positiva y esperanzada de Hans Kelsen ( De la esencia y el valor de la democracia ) anterior al nazismo (1929) y la cruda y de Realpolitik diseñada por Joseph Schumpeter ( Capitalismo, socialismo y democracia ) hacia el final de la guerra (1944). En la primera, la democracia es un instinto generoso y benévolo. Obviamente, varios tipos de ficciones, peligros y grietas lo acechan, pero siempre es posible ponerles remedio creando contrapesos, órganos de garantía o leyes de protección. En la segunda, por el contrario, la democracia es sólo una escalera por la que trepan individuos ambiciosos, para los cuales la especificidad del paradigma está en el hecho de que permite llegar al poder sin violencia, con la sola ayuda del voto. (41-42) Raffaele Simone ,  El Hada Democrática. Cómo la democracia fracasa , Taurus, Barna 2016

Creences i fe social (Ortega).

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Som les creences (Ortega) Las creencias constituyen el estrato básico, el más profundo de la arquitectura de nuestra vida. Vivimos de ellas y, por lo mismo, no solemos pensar en ellas. Pensamos en lo que nos es más o menos cuestión. Por eso decimos que tenemos éstas o las otras ideas; pero nuestras creencias, más que tenerlas, las somos. Cabe simbolizar la vida de cada hombre como un Banco. Este vive a crédito de un encaje oro que no suele verse, que yace en lo profundo de cajas metálicas ocultas en los sótanos de un edificio. La más elemental cautela invita a revisar de cuando en cuando el estado efectivo de esas garantías — diríamos de esas creencias, base de crédito. (Capítol 3) Què és la fe social? (Ortega) A parte de lo que crean los individuos como tales, es decir, cada uno por sí y por propia cuenta, hay siempre un estado colectivo de creencia. Esta fe social puede coincidir o no con la que tal o cual individuo siente. Lo decisivo en este asunto es que, cual

Plató i l'ordre natural del poder (Rancière).

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Plató Llamemos a este principio arjé . Hannah Arendt lo ha recordado, esta palabra, en griego, quiere decir a la vez comienzo y mandamiento. Arendt concluye, lógicamente, que significaba para los Griegos la unidad de ambos. El arjé es el mandamiento de lo que comienza, de lo que viene primero. Es la anticipación del derecho a mandar en el acto del comienzo y la verificación del poder de comenzar en el ejercicio del mandamiento. Así se define el ideal de un gobierno que es la realización del principio por el cual el poder de gobernar comienza, de un gobierno que es la exhibición en acto de la legitimidad de su principio. Son propios para gobernar los que tienen las disposiciones que los adaptan para este rol, propios para ser gobernados los que tienen las disposiciones complementarias a las primeras. Es aquí que la democracia crea la confusión o, antes, es aquí que la revela. Es lo que manifiesta, en el tercer libro de las Leyes (1), una lista que se hace eco de la list

Fe viva i fe morta (Ortega).

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José Ortega y Gasset L’esperit cartesià (Ortega)  ¡Qué alegría, qué tono de enérgico desafío al Universo, qué petulancia mañanera hay en esas magníficas palabras de Descartes ! Ya lo han oído ustedes: aparte los misterios divinos, que por cortesía deja a un lado, para este hombre no hay ningún problema que no sea soluble. Este hombre nos asegura que en el Universo no hay arcanos, no hay secretos irremediables ante los cuales la humanidad tenga que detenerse aterrorizada e inerme. El mundo que rodea por todas partes al hombre, y en existir dentro del cual consiste su vida, va a hacerse transparente a la m ente humana hasta sus últimos entresijos. El hom re va, por fin, a saber la verdad sobre todo. Basta con que no se azore ante la complejidad de los problemas, con que no se deje obnubilar la mente por las pasiones: si usa con serenidad y dueño de sí el aparato de su intelecto, sobre todo si lo usa con buen orden, hallará que su facultad de pensar es ratio, razón, y que en la ra

Plató contra la democràcia (Rancière).

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El crimen democrático contra el orden de la filiación humana es, antes que nada, el crimen político, es decir, simplemente, la organización de una comunidad humana sin lazo con el Dios padre. Bajo el nombre de democracia, lo que está implícito, lo que es denunciado, es la política misma. Ahora, esta no ha nacido del ateísmo moderno. Antes que los modernos, que cortan las cabezas de los reyes para poder llenar cómodamente sus carritos en el supermercado, están los Antiguos, y en primer lugar los Griegos, que cortaron el lazo con el pastor divino e inscribieron, bajo el doble nombre de filosofía y de política, los procesos-verbales de este adiós. El «asesino del pastor», nos dice Benny Lévy, se lee fácilmente en los textos de Platón . En el Político , que evoca la edad en que el propio pastor divino gobernaba directamente el rebaño humano. En el cuarto libro de las Leyes , donde es evocado nuevamente el reino feliz del dios Cronos, que sabía que ningún hombre puede comandar a